Res mansa


Maravillosa estela la suya,
tan extraña de fatuos gestos,
admiradora de siniestros
cuyos beneficios ansía.

Tanta fantasía empalaga,
permítame ser honesta,
pues si las calumnias no lo hieren,
nada amenazará sus gestas.

Ni sus risas, ni sus penas,
ni sus interminables verbenas,
suponen sufrimiento alguno
a quien no arrastra cadenas.

Su sonrisa es la más blanca
y solo habla de bondades,
de lo mucho que nos quiere…
apuñalar por la espalda.

Así que tiemblen, estimadas gentes,
pues, a pesar de ser consciente,
preferirá bañarse en perlas
que empatizar con ustedes.

Y aun así se ofende si
no mostráis compasión alguna,
quiere que paguéis por él
el castigo de nuestra cuna.

Somos solo gente corriente,
lobos solitarios y de manada,
enjaulados cada madrugada
mientras privatizan la luna.

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